por Stephen Leahy
TORONTO, abr (IPS) - Vastas franjas de arrecifes de coral en el mar Caribe y el océano Pacífico Sur están muriendo, mientras que los recién descubiertos corales de agua fría, en el norte, no sobrevivirán al siglo. Y todo por culpa del cambio climático.
La pérdida de arrecifes tendrá un impacto catastrófico sobre toda la vida marina.
Un tercio del coral en sitios de control oficial en el área de Puerto Rico y las islas Vírgenes de Estados Unidos pereció hace poco. Se trata de una extinción "sin precedentes", según los científicos.
Las temperaturas marinas extremadamente altas en el verano y otoño boreal de 2005 que dieron pie a una temporada récord en materia de huracanes también causaron decoloración de los corales desde las islas conocidas como Cayos de Florida hasta Trinidad y Tobago y Barbados, más al sur, y Panamá y Costa Rica, según el Observatorio de Arrecifes de Coral de la Oficina Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
Las elevadas temperaturas del mar también están liquidando partes de la Gran Barrera de Coral, la mayor formación coralina del mundo, en Australia. Mientras el verano llega a su fin en el hemisferio Sur, los científicos investigan el alcance de la decoloración del coral. Hasta 98 por ciento de los corales de una zona fueron afectados, informó el Instituto Australiano de Ciencias Marinas a inicios de abril.
"La Gran Barrera de Coral ha vivido en este planeta durante 18 millones de años, y hemos debilitado su existencia", dijo Brian Huse, director ejecutivo de la Alianza de Arrecifes de Coral, una organización no gubernamental con sede en Estados Unidos.
"Veinte por ciento de los arrecifes de la Tierra se perdieron, y 50 por ciento soportan amenazas de moderadas a severas", dijo Huse a IPS.
El valor económico de los arrecifes se estima globalmente en 375.000 millones de dólares, señaló.
Los arrecifes de coral son muy raros. Se hallan en menos de uno por ciento de los océanos del mundo. Sin embargo, se los considera las selvas tropicales de los océanos porque albergan entre 25 y 33 por ciento de toda la vida marina. La Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) sostiene que los arrecifes de coral son uno de los sistemas de soporte de la vida esenciales para la supervivencia humana.
Los arrecifes están compuestos por animales diminutos llamados pólipos, que crean a su alrededor esqueletos de piedra caliza con forma de taza usando calcio del agua marina.
A medida que los pólipos coralinos viven, construyen y mueren, generación tras generación, van construyendo esos muros que constituyen un hábitat para sí mismos y para muchas otras especies animales y vegetales.
El coral obtiene sus hermosos colores de las algas que recubren a los pólipos. Éstas producen oxígeno y azúcares para que los pólipos se alimenten, mientras que los pólipos producen dióxido de carbono y nitrógeno, que potencia el crecimiento de las algas. Si los pólipos son afectados por aguas demasiado cálidas o por la contaminación, pierden su cobertura de algas y se vuelven blancos.
Los corales decolorados pueden recuperarse si la presión ambiental es temporaria y dura semanas y no meses. En 2002, una amplia decoloración de la Gran Barrera dio como resultado una mortalidad de cinco por ciento de los corales. En los últimos años, los arrecifes del océano Índico y otras áreas del Pacífico fueron incluso más duramente afectados por las elevadas temperaturas de sus aguas.
Los arrecifes soportan otras amenazas, como la pesca de red, el uso de dinamita para atrapar peces, la contaminación, el turismo descontrolado y las enfermedades, dijo Huse. El cambio climático es el mayor peligro, en gran parte porque pocas personas se dan cuenta de los impactos que las emisiones humanas de dióxido de carbono tienen en los océanos, dijo.
La mayoría de científicos creen que ese y otros gases producidos por la humanidad y llamados de efecto invernadero están recalentando la atmósfera y provocando el cambio climático.
Cada día, una persona cualquiera del planeta quema en promedio suficiente combustible fósil para emitir casi 11 kilogramos de dióxido de carbono a la atmósfera, y aproximadamente cuatro de ellos son luego absorbidos por el océano. Combinado el dióxido de carbono con el agua del mar se forma un ácido, en un proceso conocido como acidificación oceánica.
No hay debates sobre el fenómeno de la acidificación de los mares por el cambio climático, dijo Scott Doney, científico de la Institución Oceanográfica Woods Hole en Estados Unidos.
"Lo que no se sabe es cómo reaccionará la vida marina", dijo Doney en una entrevista.
Los arrecifes de coral en áreas tropicales parecen resistentes a la acidificación actual y futura, pero nuevas investigaciones muestran que los corales de agua fría, recientemente descubiertos, son mucho más sensibles, dijo.
Los corales de agua fría se encuentran a profundidades de entre 2.000 y 3.000 metros en el Atlántico norte y sur, y en menor medida en el Pacífico norte. Descubiertos hace apenas unos 20 años, parecen ser bastante grandes y estar llenos de formas raras de vida marina, pero su extensión total no está documentada.
Y aunque casi todos los arrecifes conocidos fueron dañados por la pesca de arrastre, la acidificación de los océanos puede ser la peor amenaza.
Los pólipos coralinos de agua fría toman igualmente el calcio de ella para elaborar sus esqueletos de piedra caliza. Pero en las profundidades hay mucho menos calcio (en rigor aragonita, una forma de carbonato de calcio) y las aguas más ácidas reducen drásticamente su concentración.
Por lo tanto, los corales esqueletos coralinos son más débiles y más delgados, o simplemente no logran formarse.
Las concentraciones de calcio en el agua de mar ya son menores en muchas áreas de los océanos del mundo y, para 2100, 70 por ciento de esas zonas ya no podrán alimentar a los corales fríos, dijo John Guinotte, científico del Instituto Biológico de Conservación Marina, en el estado de Washington.
"Los corales no tienen experiencia de habitar en estas condiciones ambientales y es improbable que se adapten a tiempo", señaló Guinotte a IPS.
Mientras Guinotte solamente observó los impactos sobre los corales, Doney halló que muchas otras importantes especies marinas, como ciertos tipos de fitoplancton y pequeños caracoles, resultan afectados de modo similar.
"Antes de 2100, estas especies no podrán elaborar los caparazones que necesitan para vivir", dijo.
Estas especies muy abundantes constituyen una parte importante de la cadena alimentaria marina, y su desaparición podría tener un resultado devastador en la ecología del océano.
"Podría producirse un gran impacto, pero aún no sabemos cuál será", expresó Guinotte. "Lo que sí sabemos es que para 2050 los océanos serán muy diferentes a como son ahora". (FIN/2006)
abril 25, 2006
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